Die Giraffe friert, sagt der Bär, da muss ich etwas unternehmen.
Gute Idee, sage ich – aber was genau???
Tiñor liegt ja am Berg und dort kann es im Winter ganz schön frisch sein.
Man sitzt also vor dem Feuer, mit sieben Zwiebelschichten und drei Paar Socken
und träumt vom Meer und von der Sonne.
Ich habe ja auch hier – optimistisch, wie ich nun einmal von Natur aus bin –
ein paar Sommersachen im Schrank, kurze Hosen, Kleider, solches Zeug.
Hab ich bis jetzt noch nie gebraucht, auf meiner Insel im sonnigen Süden, ehrlich nicht.
Außer, wir fahren ans Meer – aber die Geschichte kennt ihr ja schon.
Ich habe eine Idee, sagt der Bär:
Antonio verkauft seinen Mangogarten.
Was wäre, wenn… ?
Aber… ?
Und dann???
Kauf ihn dir, sage ich, du träumst doch schon immer von einem Obstgarten.
Und das tut er dann auch, der Bär.
Und jetzt haben wir einen Garten. Am Meer. Mit einem kleinen Häuschen.
Und Untermietern.
Umberto Gecko zum Beispiel.
Wir haben dort auch neue Nachbarn. Viktor Adlerrochen und Frau Butt zum Beispiel.
Und Domingo in seinem Wohnwagen. Und natürlich Antonio.
Der freut sich, dass jetzt der Bär die Läuse von den Avocadobäumen klaubt.
Und wir haben Mangos. Im Juli. Momentan blühen sie.
Und Avocados. Die besten der Welt!
Und Granatäpfel. Die sind winzig klein, aber vl werden sie ja noch.
Und Maracujas. Ich sags euch!
Die Nachbarn hier und in Tiñor lachen immer ein bisschen über uns,
weil wir so begeistert sind von jeder neuen Art, die wir in unserem Garten entdecken.
Ist ja alles ganz normal hier. Quasi Äpfel und Birnen.
Aber.
Ich kann jetzt den ganzen Vormittag mit meinen Wollpullovern in der Werkstatt arbeiten
und danach nach Tamaduste gehen – meistens fahren wir mit der Moto –
und dort in der Sonne sitzen.
Ich sags euch. Besser geht’s nicht.
La jirafa se está congelando, dice el oso, tengo que hacer algo.
Buena idea, digo yo, pero ¿qué exactamente? Tiñor está en la montaña y en invierno puede hacer bastante fresco. Te sientas al fuego con siete capas de cebolla y tres pares de calcetines y sueñas con el mar y el sol. Aquí también tengo algo de ropa de verano en mi armario - optimista como soy -pantalones cortos, vestidos, cosas así. Nunca las había necesitado en mi isla soleada del sur, la verdad. Si no vamos al mar, pero esa historia ya la conoces.
Tengo una idea, dice el oso: Antonio está vendiendo su jardín de mangos.
¿Y si...? Pero... ¿Y entonces?
Cómpralo, le digo, siempre has soñado con tener un huerto. Y así lo hace, el oso.
Y ahora tenemos un huerto. Junto al mar. Con una casita.
Y huéspedes. Umberto Gecko, por ejemplo.
También tenemos nuevos vecinos. Viktor Adlerrochen y la Sra. Butt, por ejemplo. Y Domingo en su caravana. Y Antonio, por supuesto. Está contento de que el oso recoja los pulgones de los aguacates ahora.
Y tenemos mangos. En julio. Actualmente están en flor. Y aguacates. Los mejores del mundo. Y granadas. Son pequeñas, pero quizá crezcan. Y fruta de la pasión. ¡Ya te digo!
Los vecinos de aquí y de Tiñor siempre se ríen un poco de nosotros porque estamos muy emocionados con cada nueva especie que descubrimos en nuestro jardín. Aquí todo es muy normal. Manzanas y peras, por así decirlo.
Pero. Ahora puedo pasarme toda la mañana trabajando en el taller con mis jerseys de lana y luego ir a Tamaduste -normalmente vamos en moto- y sentarme en el sol allí. No hay nada mejor que esto.